El tiempo los juntó, a fines de la década de los años noventa, para conformar una sociedad de trabajo y producción agropecuaria que no existe en los papeles, pero sí en la gran relación que existe entre ellos.
«Nadie nos regaló nada, lo que tenemos es fruto del trabajo sincero». Los tres amigos apreciaron en el Chaco oportunidades laborales que otros no vieron.
Los unió una visión comercial sobre los proyectos que se han desarrollado a lo largo del tiempo. «Manejamos los mismos criterios, trabajamos duro, nos divertimos cuando podemos y nos encanta cosechar amigos y resultados en este ámbito. Esta es una de las grandes satisfacciones que nos da la vida.»
Carlos Amarilla, Fernando Peroni y Juan Quevedo tienen una historia en común en lo que es la ganadería paraguaya, que hoy resalta por sus resultados e importancia en el contexto internacional, y lo que han hecho los tres amigos en el Chaco no puede dejar de ser una referencia en la materia.
Fernando Peroni vivió hasta los 18 años en Buenos Aires, y volvió a Paraguay donde estudió Agronomía. Mientras tanto, se dedicaba a la venta de vino y soda cáustica. El rugby lo vinculó con Carlos Amarilla —que tuvo su primer trabajo vendiendo ropa en la calle—, en 1985, cuando ambos trabajaban en la industria frigorífica. Allí surgió el conocimiento con Juan Quevedo, también agrónomo, ganadero de tradición familiar que ya recibido aún vendía trapos de piso y cargaba camiones de soja. En 1997, concretaron en conjunto el arrendamiento de un campo en la zona de Montanía, en el Chaco Central.
«Son tres historias signadas por el sacrificio. Nadie nos regaló nada, lo que tenemos es fruto del trabajo, basado en el ahorro, la inversión, el tomar riesgos y el saber aprender de los golpes, que fueron muchos. El Chaco como zona poco explorada, donde nadie quería ir, nos permitió la oportunidad de desarrollarnos.»
Amarilla y Quevedo encararon el negocio de invernada en el Chaco en el año 2000, cuando «eran pocos los ganaderos de la Región Oriental que se animaban.
Éramos jóvenes, teníamos ganas y había oportunidades. Arrendábamos campos, comprábamos y vendíamos ganado, crecía el volumen de cabezas hasta que surgió la necesidad de comprar un campo lejano dado el capital que teníamos. Luego lo vendimos, compramos otro más pequeño, bastante más cercano, y lo desarrollamos con la venta misma de animales. Empezamos con realidades totalmente diferentes, pero nos unió el coincidir en un trabajo común, en un momento determinado de nuestras vidas y con un mismo criterio, en una misma onda».
Consideran que lo que han logrado hasta ahora se basa en el trabajo, solvencia moral, compromiso, sacrificio y cumplimiento. «Mantener el éxito, más allá del aspecto empresarial, es lo que la gente valora. Es importante para nosotros y para quienes nos rodean, porque genera una confianza que hemos sabido mantener en lo que hacemos.»
Los tres empresarios entendieron que más allá de su negocio, están comprometidos con el país. Y se sienten orgullosos, por ejemplo, de no haber tenido nunca una demanda laboral. También supieron pasar mucho tiempo trabajando en la frontera norte, donde aseguran haber visto «de todo»; eso les dio experiencia y conocimiento de situaciones y gente.
Precisamente el relacionamiento y la capacitación que tienen con y para el personal es un punto importante sobre el cual trabajan. Sus trabajadores provienen de la zona de Itapúa, en la Región Oriental.
«Tanto en las unidades productivas bajo arrendamiento como en las propias, tenemos grupos humanos que consideramos bien conformados. Les brindamos capacitación y adaptamos la remuneración de acuerdo al desempeño de las tareas. Ellos realmente llegan a sacar buena tajada al compartir, de cierto modo, la producción con nosotros. Procuramos siempre concientizar al personal de que es importante hacer bien las cosas, que cuiden la productividad y lo hagan ordenadamente.»
Los tres consideran que también el cuidado de la naturaleza debe tener su lugar: «no queremos afectarla. Ante la mortandad de animales, por la acción de yaguaretés, intentamos que no se tomen medidas. No permitimos el uso de armas, algo que es común en el Chaco». En este sentido, en cuanto a la preservación, se pone énfasis en la basura, en los residuos. Más allá de tener establecimientos ubicados sobre caminos públicos, de todos modos, se limpian las banquinas y se hace mantenimiento por cuenta de la empresa.
«Realmente estamos muy satisfechos con el Chaco. En términos productivos, obtenemos buenas ganancias de peso en el negocio de invernada, con un rango que oscila entre 400 y 700 gramos por animal en el día, mediante un trabajo medido y organizado.»
Todos los predios que manejan Peroni, Quevedo y Amarilla están habilitados para que la carne proveniente de sus ganados ingrese a los mercados europeo o chileno y así obtener precios diferenciales. Ese valor agregado, ese rédito, les permite que el mejor ingreso llegue a todo su equipo de trabajo.
«Cumplimos con todas las normas sanitarias porque creemos que debemos apoyar las políticas de los organismos del sector. Asimismo, que el país mantenga y mejore su estatus sanitario nos parece fundamental. »
En cuanto al tipo de hacienda, valoran la calidad de los híbridos y la rusticidad de los provenientes de razas derivadas del cebú. Entienden que el Chaco tiene tanta calidad nutricional que les permite tranquilamente trabajar con cualquiera de las razas.
En el negocio de invernada expresaron mayor preferencia por las hembras y los machos castrados. La empresa se ocupa de la comercialización de sus productos y tiene acuerdos para el embarque con frigoríficos cercanos a las zonas donde operan.
Peroni, que fue activo dirigente de la Asociación Rural del Paraguay, presidió la comisión de Salud Animal desde 2003 hasta 2006, período en que se instaló el modelo de vacunación fiscalizada que tantos beneficios brinda a la ganadería nacional. Es, además, un apasionado por los caballos Cuarto de Milla. A su vez, Quevedo es reconocido criador de caballos Criollos, raza con la que genera una producción que todos los años se coloca entre los productores menonitas por la aceptación que ha tenido ese equino para trabajar en el Chaco por su reconocida resistencia.
Pero la producción ganadera de los tres amigos no se ciñe solo a vacunos y equinos. En sus establecimientos hay lugar para los ovinos, a través de la cruza de la raza Santa Inés con Dorper que produce corderos muy bien recibidos por la industria. . Otro emprendimiento que comenzamos para generar animales para consumo se convirtió en otro rubro empresarial.
Santa Inés es una raza que da mellizos, tiene dos pariciones al año, no tiene lana, su cruza con el Dorper asegura canales de entre 23 y 26 kilos en corderos diente de leche; su manejo es relativamente sencillo y la faena se concreta en Loma Plata, donde el matadero de suinos permite en uno o dos días a la semana, procesar ovinos.
«Lo que se inició como una herramienta para la limpieza de los captadores de agua de los tajamares, en predios de 20 a 30 ha, se transformó en un rubro más que nos tiene muy contentos.»
También valoraron los servicios que han requerido de la actual EVERDEM: «realizamos varias operaciones de compra y venta de ganado, siempre ha sido una empresa que nos genera seguridad y confianza, y ha sido el vínculo para uno de nuestros trabajos en conjunto».
Conocé más sobre la empresa en www.everdem.com