La cabaña es una actividad agropecuaria especializada en el mejoramiento genético. Todo cabañero parte de un animal “ideal” claramente definido y que cerrando los ojos ve su estampa y movimientos. Para lograrlo hay que ver muchos animales, dedicarle tiempo y pienso.
Esto implica ser un apasionado de la cría, tanto como para conocer los padres, las madres, fecha de nacimiento, peso, etc. Recopilar sistemáticamente datos que una vez analizados por expertos nos permitan “revelar” los valores genéticos de cada animal, se denomina evaluación, y la conocemos como DEP para cada característica.
Esta herramienta es la más potente y precisa para conocer el genotipo (lo que los padres transmitirán a los hijos).
Todo lo que vemos de un animal es afectado por el ambiente (lo que no se transmite o fenotipo) por ende es imposible realizar estimaciones de mérito genético “a ojo”.
En lo que se refiere a la fertilidad genética (la que se trasmite de padre a hija) es imposible evaluarla en condiciones de campo, ya que en Uruguay la alimentación insuficiente ha sido el mayor escollo para la máxima expresión genética (característica de baja heredabilidad) aunque la sanidad y el manejo influyen también en forma determinante.
Ante las demandas de reproductores de menor tamaño, creemos que en el Uruguay hay una oferta que cubre todas las necesidades de los productores comerciales.
La única manera de evaluar es midiendo y obteniendo datos objetivos. La genética con la mejor evaluación objetiva en manos de un buen cabañero es ciencia y arte. La genética sin evaluación objetiva es hoy un género literario.