Lejos está la Patagonia de ser un territorio ignoto. No obstante, sí es cierto que en materia agropecuaria aún queda mucho por ajustar para aprovechar al máximo el potencial productivo de una zona que ofrece buenos suelos, horas de radiación y mucho por desarrollar en el manejo del agua de lluvia y de riego.
Así, la última década aumentó exponencialmente la cantidad de productores que empezaron a probar suerte en tierras patagónicas. Incluso también están los que se animaron a la producción agropecuaria aún viniendo de otros rubros.
Es el caso de Transportes Dolores Parra, una empresa familiar vinculada al negocio del petroleo en la cuenca neuquina.
Cuando en 2006 pensaron en alternativas para diversificar el negocio decidieron correrse unos kilómetros hasta el Valle Azul, en el límite entre el Alto Valle y Valle Medio del Río Negro, para producir carne vacuna, granos y forrajes propios. Así nació Agropecuaria Don Manuel S.A.
Buscaron esa zona porque combina tres factores clave: disponibilidad de agua de calidad y en cantidad (insumo fundamental, dado que con un régimen de lluvias de 200 milímetros y sin agua extra la agricultura no es viable); grandes extensiones de planicie y valles que permiten hacer un uso combinado de la tierra para apostar al ciclo completo con producción propia de granos y forrajes y cercanía con la localidad de Plottier, en Neuquén (140 kilómetros del campo), la ciudad donde viven los propietarios Don Manuel.
“Cuando compramos el campo de 20.000 hectáreas sólo tenía alambrado perimetral, empezamos a acondicionarlo para la cría con potreros y lotes más pequeños, después pudimos invertir en riego para la zona del valle y empezamos a recriar, y finalmente pudimos tener la superficie para producir los granos y forrajes que nos permitan lograr el ciclo competo”, resumió Nicolás García, encargado de producción de Agropecuaria Don Manuel.
Actualmente, cuentan con un rodeo de vacas madre cercano a las 1.000 cabezas, recrían unos 1.700 terneros y el feedlot tiene una capacidad instantánea de 1.200 animales.
“El objetivo es llegar a los 250 kilos en la recría y que de ahí pasen al feedlot donde llegan hasta los 380-400 kilos”, resumió García, respecto al ordenamiento del ciclo completo ganadero. En lo que respecta al manejo nutricional, la cría está sobre las pasturas naturales de la planicie o parte del valle que no está bajo riego. Para la recría el menú incluye recursos forrajero de mejor calidad como, alfalfa, maíz y sorgo.
“Combinamos diferentes ciclos en los recursos de la recría para lograr una cadena forrajera que nos abastezca todo el año”, apuntó García. Y agregó: “En los meses de verano hacemos un aprovechamiento de la alfalfa con entregas en fresco y para el invierno ensilamos maíz y sorgo más los rollos de alfalfa, que quedan como remanente del verano”.
En los corrales de terminación, la ración es en base a dieta seca con maíz, alfalfa y un concentrado proteico con diferentes porcentajes, ya sea para adaptación o terminación.
Con diez kilómetros de costa del Río Negro como ladero y aliado, desde el comienzo del proyecto buscaron sistematizar diferentes tipos de riego. Primero, fue la sistematización del campo. Para ello, usaron la tecnología de nivelación láser para la determinación de pendientes con el propósito de mejorar la eficiencia en el aprovechamiento del agua y reduciendo la erosión.
Actualmente, riegan 190 hectáreas de riego por manto y la idea este año es sumar otras 90. Pero además, en 2016 decidieron incursionar en el riego presurizado con dos pivotes de 80 hectáreas cada uno por lo que para mediados del año tendrán 440 hectáreas irrigadas.
“Este sistema nos va a dar mayor eficiencia incluso nos permite pensar en el fertirriego”, contó García.
“Si hablamos de potencial, en Don Manuel tenemos cerca de 4.200 hectáreas de valle aptas para ser regadas”, se entusiasmó García.
En pocas campañas , en el establecimiento ya lograron rendimientos de maíz cercanos a los 10.000 kilos por hectárea, pero con manejo hay un techo para alcanzar las 15 toneladas.
“Todavía queda mucho por hacer, es una zona interesante por sus características agroecológicas, con días más largos que permiten a las plantas captar mayor radiación solar para fotosintetizar, agua pura de deshielo y elevada amplitud térmica que reduce la evapotranspiración”, resumió García.
El otro cultivo importante es la alfalfa, que se usa tanto para el pastoreo mecánico como para la confección de reservas para el invierno.
Actualmente logran 14 toneladas por hectárea por año de materia seca pero ajustando tecnología, insumos y momentos de labores podrían alcanzar las 18 toneladas.
El desplazamiento de la barrera sanitaria por parte de la Organización Internacional de Epizootias (OIE) al Rio Colorado (antes la misma la marcaba el Rio Negro) que establece la zona como libre de aftosa sin vacunación promete generar beneficios a los productores de la región.
“Nos posiciona frente al mundo con muy buenas posibilidades de exportar, para poder hacer llegar nuestros productos a góndolas que requieran este tipo de condición sanitaria”, explicó García.
Por estos días, en Neuquén ya se iniciaron conversaciones con Chile para analizar la posibilidad de exportar ganado en pie, principalmente la categoría de vacas que cría su último ternero.
Para ser proveedores confiables, deben solidificarse todos los eslabones de la cadena, empezando por aumentar los porcentajes de preñez y destete en la cría. También mejorando la ecuación de kilos de forraje producidos por hectárea y convertidos en carne. “Que los granos dejen de ser commodities y darles valor agregado”, resumió García, porque Argentina tiene que ser protagonista y tenemos que mostrar al mundo la carne que podemos producir acá”.
Además de la ganadería, proyectan producir nueces, avellanas y almendras e integrarse al cluster de frutos secos de la norpatagonia. Y desde allí lograr escala para cumplir con mercados tanto externos como internos.
Como cierre, García pondera qué significa producir en la Patagonia y los desafíos que ello conlleva.
“Es interesante cómo el mundo mira a la Patagonia, sería importante poder desarrollar una marca, tener denominación de origen y llegar a las góndolas del mundo bajo ese rótulo”, se animó el productor.
En Agropecuaria Don Manuel ya están en camino porque el siguiente paso es distribuir la carne propia para completar un concepto de integración vertical controlando todas las etapas productivas.