Los cuervos, caranchos, chimangos, zorros, así como todos los que se alimentan de carroñas viven hoy en el norte tacuaremboense una especie de edén. Innumerables son las opciones de alimento, diría que prácticamente eligen que comer. Desde que caí en razonamiento sobre lo que representa la muerte en el campo, recuerdo a mi padre diciendo: “está brava la peste, murió otro”. En aquel entonces, el “Tristol” no caía de los recados, y la vieja Terramicina se ponía negra de tanto sacudón y calor en las “guayacas”. Si es Usted de campo, sabe que poca cosa ha cambiado…sigo viendo a los camperos con los “remedios” en los recados, y no es raro que algún vecino aparezca al galope a buscar estas drogas en el intento de salvar su capital. Otra cosa increíble a la que asistimos hacen años y años es la conformidad con la que aceptamos la derrota, y poco a poco nos acostumbramos con la idea de que murió una vaca, luego otra, y otra más…y ya está, a ver como cuadra la cosa el año que viene. Seguro, seguro, peste habrá. Que hacemos durante el invierno para prepararnos ante la inminencia de la muerte de nuevos animales por la mismísima causa cuanto pise la primavera? Casi nada. Intentos aislados y descontinuados de control de los vectores aparecen y se esfuman como cerrazones de otoño. Anecdóticamente recuerdo a mi amigo, del cual no cito el nombre, pero que cuando lea se va a acordar;
– Che, me quebraron el vidrio de la camioneta, me robaron la cámara y mis lentes!
– Paa, de cuánto el clavo?
– Y no menos de 250 dólares
– Denunciaste?
– Si, claro, y puse aviso en la radio. Pasé toda la tarde en vueltas, hablé con todo el mundo. Que calentura! –
Y bueno, podría haber sido peor.
– Ah, si.
– Che, cambiando de tema, paró de apestar tu ganado?
– No, muchacho, ayer murieron otras dos. Si sigue así, voy a tener que hablar con un veterinario…
Resumiendo, parece que aceptar la muerte de animales es menos traumático que otras pequeñas pérdidas, pues este amigo llevaba siete muertas, en aquel entonces, unos 4.200 dólares. Como analizar este tipo de conducta? Pues no se me ocurre otra explicación: no tenemos la capacidad de ver a las vacas como billetes de dólares, tampoco como animales de estimación, son simplemente vacas, y tienen carta blanca para morir. Es algo que traemos arraigado a nuestra percepción campera de cuna. O quizá sea la falta de idea de empresa, en donde nada puede fallar, como en un supermercado. El dueño piensa, organiza y se adelanta al mercado y si en determinado momento debe hacer una inversión para no sufrir consecuencias más adelante, lo hace. Y si puede contratar seguro sobre algo riesgoso, no duda. Nosotros no. Salvo raras excepciones, nos quedamos mirando los ciclos de muertes por tristeza como si de un mal sin solución se tratara.
EL TAMAÑO DEL PROBLEMA
Acá tengo que referirme a la tremenda dificultad que fue juntar datos de muertes en mi zona, en muchos casos recurriendo al personal de los establecimientos, pues si el dueño me decía cinco, el personal me admitía que eran ocho, fuera las que mueren sin el conocimiento de la gente, y de plantearse la incredulidad del lector, le presto un caballo y lo dirijo a un potrero de 600 hectáreas de monte y grutas de alguna estancia de la zona, o peor, a campos forestados, y después me cuenta.
Para empeorar la situación, creo que acá también está presente nuestro viejo orgullo. Como admitirle al vecino (ni hablar al veterinario) que en casa mueren vacas? La imagen que intento transmitir es otra. Yo soy mejor y trabajo mejor, saco más terneros y en mi casa NO muere ganado, soy eficiente. Entonces mejor me quedo quieto, no levanto la perdiz, que ya voy a ver vacas muertas en lo del vecino. Y “alguna tiene que morir, no?” Si la garrapata vector de este flagelo es en sí pequeña, las consecuencias económicas parecen ser gigantescas. En las 60.000 hectáreas en donde junté datos (que de exactos tienen muy poco) llegué a la espeluznante suma de 400 reses muertas por causas atribuibles a la peste en el período noviembre 2015 – febrero 2016. Tasando en 350 U$/cabeza, tenemos una pérdida real de 140.000 U$. Haciendo una cuenta ridícula de muertes por hectárea y multiplicándolas por los 8 millones de hectáreas que tienen garrapatas (y por lo tanto, pasibles de pestes) en el Uruguay, llegamos a una cifra astronómica: 2, 33 U$/há * 8.000.000 hás = 18.400.000 U$. (dieciocho millones cuatrocientos mil dólares!)
Si mi cuenta estuviera horriblemente equivocada, y en realidad por un sin fin de factores un estudio serio y profundo demostrara que me fui al doble, quedaríamos con un clavo de apenas nueve millones de dólares, casi nada, un impuesto invisible de un dólar por hectárea. Pero si por acaso me quedé corto, me pregunto porqué lo seguimos aguantando. Lo curioso es que a cualquiera de nosotros se nos eriza el pelo cuando nos enteramos que el BPS o la CIR subieron, y reclamamos, blasfemamos y juntamos firmas para aplacar algo que con 1/2 de vaca se soluciona. Obviamente no quiero entrar en el tema impositivo y mucho menos en lo político, pero cuándo se nos ocurrió reclamar y juntar firmas por la peste? Siguiendo este inverosímil razonamiento, en los veranos uruguayos perdemos algo como 53.333 reses. No me refiero al resto del año porque en mi caso específico los picos de peste se registran en verano, pero por supuesto que hay peste en otoño y primavera, y últimamente, en invierno también. Atrás quedó el tiempo en que decíamos: “ahora viene el invierno, aflojan las pestes y las bicheras”. La vieja receta de atacar la primera generación de garrapatas en agosto ya no surte tanto efecto, porque hacen tres inviernos tenemos que enfrentar la cuarta y quizá la quinta generación de garrapatas.
Perdimos las herramientas que contábamos para afirmar que “ahora voy a cargar el baño y torrar la garrapata”. En este pago las muchachas son resistentes al amitraz, ivermectina, abamectina, doramectina, cipermetrina, ethión, fipronil y otras yerbas. Ahora, y como siempre, surge un producto que promete limpiar el campo desde que bien usado, lo cual dudo. También viene cobrando fuerza el uso del control biológico, y el proyecto “Más Tecnologías” investiga en Tacuarembó el uso de hongos para controlarla. Pero obviamente al ser un agente que puede ser elaborado por el mismo productor, no trae muchas ganancias, por lo tanto no se difunde.
A QUE DISTANCIA ESTAMOS DE CONTROLAR LA GARRAPATA?
Mucha. Mucha distancia. Los campos son mal alambrados, quebrados, sucios, difíciles. Nunca traemos el 100% de los animales al baño. De lograrlo, los animales silvestres se encargarían de mantener una población de garrapatas expectantes del menor descuido para volver a multiplicarse. El clima cambió, no cabe duda. Los inviernos que nos auxiliaban en su control ya no son tan inviernos. En zonas que habitualmente no habían garrapatas, ahora están, y llegaron matando. La falta de personal capacitado para atender al campo se viene agravando. El recambio generacional es casi nulo. Por estas bandas, las familias rurales que van quedando tienden a desarmarse, primero se va el hijo a estudiar, de atrás se va la madre y el gaucho se queda solo. Que difícil es ser organizado con el ganado cuando mirás en torno a la casa y no ves a nadie. Silba el viento en las tacuaras que servían de arcos de la canchita de fútbol donde todas las tardes “pateabamos”. El mismo viento que me llevaba hasta el fondo del piquete el olor a pan casero. El mismo viento que sacude la hamaca vacía colgada del árbol del frente. Si me quedó una vaca sin bañar, ya no hace tanta diferencia. Meter el pecho del caballo entre las espinas para arriesgarse y traer la vaca “grutera” ya no anima tanto como antes, cuando los hijos estaban mirando. Y en el fondo de esta cuestión está la poca importancia que se le ha dado a este tema del recambio desde los gobiernos. Siguen haciendo estudios que diagnostican lo mismo, éxodo continuo, y por las mismas causas. Pero la opción es atacar las consecuencias. A veces me imagino un Uruguay rural con caminos impecables, luz eléctrica en todos los ranchos, internet de alta velocidad, con opciones de educación media y terciaria en el campo mismo, para que no se tengan que ir los gurises a las ciudades, en fin, una sociedad rural, pero avanzada. No me cabe la menor duda que la garrapata estaría muy controlada en un panorama así. Como dicho al comienzo, vivimos de espaldas al problema, y hacer un despacho de tropas ya no es tan fácil sin herramientas.
El MGAP hace lo que puede para reprimir el tránsito de animales con garrapatas, pero no cuenta con los medios adecuados y suficientes, y en ese caso, se apela a la represión, pero no a la prevención. Pero no solo malas tiene la peste. Durante nueve años utilicé una hemovacuna (sangre con peste, nomás) que dio excelentes resultados, no tuve problemas por mucho tiempo, hasta que pensando que estaba sobre el bien y el mal por haber inmunizado, me relajé con la garrapata y el problema retornó. Y lo que pasó fue que la sangre protege muy bien contra babesia, pero tiene un hueco que no se explicar contra anaplasma. Al superar la capacidad inmunitaria proporcionada por la hemovacuna con una carga parasitaria elevada, apesta igual. Es más suave, lo pude notar, pero mata. Por lo tanto, un prolijo control de la garrapata asociado a una inmunización con sangre resulta en una estrategia al parecer, de las mejores. No se si valdrá la pena hacer una campaña nacional de inmunización contra la peste, pero debe haber quien lo sepa. Si alguien conoce algún estudio sobre las pérdidas que causa la tristeza a nivel país, me gustaría conocerlo.
Que buena vida llevan los carroñeros en los campos de nuestro Tacuarembó!
La tristeza de las vacas es la alegría de los cuervos…
Muy buen artículo refleja el grave problema que tenemos en el norte del cual no parece verse que algún día se solucione.
Brilhante Artigo.Uma verdadeira peça literária que em poucas linhas retrata a nossa realidade no campo. As dificuldades e a mentalidade do produtor uruguayo e do produtor da metade sul do Rio Grande, são exatamente iguais. A linha de nossas fronteras é somente do idioma e olhe lá. Peço licença para divulgar este artigo em blogs que tratam de temas rurais aqui do Rio Grande do Sul.. Abraço Eduardo Piccoli
Muy bueno!!
muy bueno el informe.–es medio bravo poderlo resolverlo.,pronto.- ademas de eso tenemos los del avijeato.-
Para empezar a liquidar el flagelo de la garrapata, debemos actuar inteligentemente atacando la primer etapa del problema, y no querer apagar el incendio echándole nafta, bañando el ganado y poniéndole pour on por el lomo con un sin fin de insumos para matar el bicho ya haciendo daño, y se ha hecho resistente a los mismos, debemos empezar por LIMPIAR los campos de huevos y larvas de garrapatas antes de que suban por su alimento y nos ROBEN los kilos que nos cuesta tanto producir y encima estar gastando en productos que lo único que hacen más allá de querer erradicar es cronificar el problema, hay productos biológicos insecticidas naturales, que son OVICIDAS, LARVICIDAS y ADULTICIDAS que actúan cortando el ciclo completo de la plaga, como también un NEMATICIDA biológico que actúa como tal en el suelo y a su vez es consumido por el ganado liquidando parásitos gastrointestinales y pulmonares. Es hora que nos demos cuenta que el camino va por el lado de la MICROBIOLOGIA AGRICOLA,y la produccion sustentable.
Muy buen punto de vista siempre escuchamos o leemos a técnicos con una gran capacidad de expresión pero esta es la mejor forma, 100 % de acuerdo con vos Juan el campo se va despoblando y va quedando todo más triste como si la tristeza afectara todo. Yo recorro muchos lugares hace años y cada vez veo menos actividad en las estancias y lo que más me indigna es ver la cantidad de productores que son productores porque les tocó y listo pero no hay una mentalidad empresarial muchos son muy eficientes de porteras afuera pero vas a su campo y no es nada que ver con lo que escuchaste y muchos saben mucho y creo que realmente saben pero no hacen nada, me da gracia porque algunos de estos van a actividades de otros establecimientos modelos que están apuntando a una ganadería de precisión y te dicen pa que bien esto che la verdad que muy bueno el trabajo del hombre, también muy bueno el asado del mediodía y todo pero después llegan a su campo y es como que se hubiera borrado todo. Disculpen si algún lector se siente identificado pero esto es bien cierto.
La desidia, la indolencia, la incapacidad y el desgano vuelan entre nosotros como aves carroñeras. La garrapata, la sarna, la brucelosis, el pietin, el abrojo y el senecio prosperan alegremente. Son parte de un paisaje que parece que se nos impone como un destino. Por ahora no sabemos dónde rascar. Dónde encontrar un poquito de rebeldía.
realmente interesante, duro pero realista, como es el manejo práctico de la sangre de apestado usada como vacuna? cordialmente carlos
Muy buen artículo, parece que lo escribió en México, acá pasa lo mismo, me encató leerlo no quería que se acabara, gracias. Juan Carlos
El artículo me gustó, a medida que avanzaba la lectura me sentía mas identificada. Felicitaciones
Creo como dice el autor, que el anaplasma es en cierto modo más problematico, pues no solo que cuando se inmuniza es con un heterólogo (A.centrale), sino también es que la transmisión no es previsible (jeringas, insectos, prácticas rurales) y la hace más dificil de prevenir. De todas maneras, según un viejo amigo (colega) me explicaba, si el ganado no tiene A.centrale casi no es posible parar las muertes. Por esto creo que el control de la garrapata por un lado y la inmunización por otro puede ayudar mucho a este tipo de problema.
Muy buen artículo Juan!! Refleja la realidad de tu zona. No coincido que el MGAP hace lo que puede…Yo soy oriundo de la 7 Ma Sec de Durazno, esa punta del Departamento que limita con Tacuarembo y CerroLargo.Aun conservo recuerdos de hace 50/60 años atrás. Nuestra zona era limpia de garrapata, no así los Dptos limítrofes.Por esa época los traslados de ganados eran por tropas. Habían pasos: El Gordo y El Villar con Cerro Largo, Paso Ramirez,Las Piedras, Oribe con Tacuarembo . Habían baños oficiales en cada paso con inspectores celosos de su función. No existían camionetas, motos,teléfonos, se movían a caballo y el control se realizaba, todos los meses los establecimientos eran visitados por un inspector ( de a caballo) y se inspeccionaba la Hacienda y luego se labraba un acta. Recuerdo al Dr Rivas Mela que era el Reginal para la zona, todos los meses en una Peugeot 203 del Ministerio inspeccionaba los baños realizando análisis en un laboratorio portátil, y se daba la certeza de que el baño contaba con la carga de los específicos correctos. Que sucede en la actualidad: Aquella zona que he descripto es la única Seccional del departamento interdicta.Pequeños propietarios de ganados sueltan los animales en las calles de la seccional sin ningún control sanitario. No es que no existan inspectores… ante esa realidad los productores se van desmoralizando y también dejan de realizar una sanidad adecuada, observó que la gente se acostumbró a irla » llevando»En fin…creo que el MGAP tiene mucho por hacer…
Excelente artículo, no solo por la tristeza bovina, si no también por la tristeza filosófica. Tengo experiencia como productor, mudé un tambo de San José a Rivera y fue complicado, tenía la idea cierta de como hacer para superar el cambio pero se me complicó un poco. El que tiene poco, pierde mucho comparativamente. La idea era la hemovacuna acompañada de un estricto control comportamental de los animales aplicando específicos si así lo requerían, marchó más o menos. Después conseguí gran experiencia cuando me mudé para Brasil y empecé a llevar ganado lechero. Con apoyo de suficiente personal, no perdí animales para asombro de los que decían que se iba a morir todo. Después encontré una vacuna del Rubino, que producían en Santana do Livramento bajo licencia y era un éxito, creo que no existe más. Como anécdota, en el año 68 se liquidó el plantel Jersey de don Pedro Rios en Tacuarembó y se vendieron animales para todos lados. El ganado que iba al Paraguay quedó en depósito en lo de Ríos tramitando la papelada y comenzaron a enfermarse. Yo había comprado mi primer vaca de pedigree y la llevé para casa, era vecino. Cuando se enfermó me dió un ataque y fui a buscar ayuda y me enteré el problema en lo de Ríos. Ya habían llevado veterinarios de varias generaciones y no sabían que hacer. Fuimos al pueblo y en la estación de servicio de Puentes Chiesa comentamos el problema, del cual todo el mundo opinaba y nos dijo Puentes, que en esa época exportaba ganado para Brasil y Paraguay: conseguimos un guatemalteco, Decano de la Facultad allá, que le pusieron una bomba por problemas políticos y cayó acá, trabaja para nosotros pero por problemas de ética, no estaba registrado como profesional, quiere que lo acompañe algún veterinario de acá. Fuimos junto a dos veterinarios recién recibidos, que todavía pueden estar trabajando. Llegamos en casa, yo tenía la vaca separada en un piquetito, la vió como a treinta metros y dijo: esa vaca tiene anaplasmosis, a lo que los muchachos le dijeron que en Uruguay no había anaplasmosis. El hombre dijo, está bien que no haya, pero esa tiene. Se lo tomó a pecho y llegaba en casa tempranísimo con jugo de rumen que iba a buscar al abasto y meta Reverin y b12 y alguna cosa más y me salvó la vaca y las de los paraguayos. Así fue la historia de la anaplasmosis en Tacuarembó. Y el guatemalteco, como llegó un día desapareció. El comentario de Da Siva es iertísimo , así era antes, ahora no se controla, los organismos oficiales han perdido la cultura del trabajo junto al productor.