Por FRANCISCA RISATTI – EL PAÍS
UAG, uno de las mayores latifundistas del país, refleja el calvario que supone la caída de precios de las materias primas
Con 26 años, y ya de regreso en su Uruguay natal en 2008 después de realizar sus estudios en Europa y Estados Unidos, Juan Sartori fundó Union Agriculture Group (UAG) a partir de una plantación de arándanos y de su capacidad para convocar a diferentes inversores internacionales. Pocos años después, al calor de los altos precios internacionales de las materias primas que impulsaron la economía uruguaya, la compañía se convirtió en una de las más grandes del sector agropecuario del país sudamericano y en la primera empresa del sector en hacer una opa en la Bolsa de Montevideo en varias décadas. Pero el rápido crecimiento, con compras y arrendamientos de grandes extensiones de tierra por los que llegó a explotar más de 170.000 hectáreas, se convirtió en un problema cuando comenzaron a caer los valores de las materias primas agropecuarias (soft commodities), como el café, el cacao, azúcar, maíz, trigo, soja, frutas o ganado.
Una mala coyuntura
La operación se concretó cuando los precios de la leguminosa, que entonces superaban los 500 dólares la tonelada, comenzaron una caída hasta los valores actuales, de alrededor de 350 dólares. La empresa no exporta directamente sus productos —entre los que destacan también el arroz, el ganado vacuno y ovino y la leche—, pero, a causa del reducido tamaño de la demanda del mercado interno, la mayoría tiene destino final en el exterior.
En UAG afirman que uno de los rasgos que “diferencian” a la empresa es su integración vertical. En 2013, la compañía comenzó un proceso de adquisición de participaciones en Granosur Holding Limited hasta alcanzar prácticamente la totalidad de las acciones en marzo de 2015. El grupo extendió así su actividad a la comercialización, transporte y logística de granos.
Ya en enero del año pasado, el consejero delegado de la compañía declaró que no era momento de hacer más inversiones. “Estamos poniéndonos al día con algunas situaciones de desajuste que se dieron por la caída internacional de los precios agrícolas, pero también por el negocio de la compra de El Tejar, que se hizo en un momento que no era el más apropiado. Esa operación está terminada y nos costó algún sudor y alguna lágrima”, reconoció.
De esa situación dan cuenta los últimos estados financieros presentados, correspondientes al ejercicio cerrado en junio de 2016. Los auditores indican que la empresa tuvo ingresos por ventas de unos 60 millones de dólares, pero las pérdidas operativas fueron de un monto similar, y a ello se suma que mantenía utilizadas la totalidad de sus líneas de crédito bancarias disponibles. Además de los menores valores de los productos que comercializa, se mencionan los bajos rendimientos obtenidos en las cosechas por unas condiciones climáticas adversas como causantes de los valores negativos. “Todos estos factores proyectan una duda significativa sobre la capacidad de la sociedad para continuar como un negocio en marcha”, añade el documento firmado por Ernst & Young Uruguay.
Al tiempo que se presentaban esos resultados, la dirección ponía en marcha un “plan de adecuación” del modelo de negocios de la sociedad con el propósito de obtener ingresos mediante, por un lado, el incremento de las operaciones en colaboración con otros productores, que permite compartir el riesgo y reducir la actividad productiva de agricultura y ganadería; y, por el otro, la venta de activos “no estratégicos”. Pero la reestructuración, además de despidos y la reducción de sus existencias ganaderas, incluyó también la venta de tierras propias. La cantidad de hectáreas de UAG se redujo a alrededor de 100.000 desde las 138.000 que llegó a poseer.
Los directivos de UAG aseguraron que la empresa no se está retirando del sector, pero se negaron a dar mayores detalles sobre su situación. Afirman, en cambio, que el grupo está “en pleno proceso” de una opa en Canadá, aunque tampoco ofrecieron precisiones sobre cuál es la sociedad que dará ese paso.
Según los últimos resultados presentados por UAG, SA (Montevideo), más del 99% de las acciones de la empresa son propiedad de Union Agriculture Group Corp, radicada en las Islas Vírgenes Británicas. Esa sociedad dominante es a su vez una filial de Union Group, una compañía privada fundada también por Sartori y que ha invertido en varios países de América Latina, sobre todo en el sector energético y el de hidrocarburos. A mediados de 2014, el fondo canadiense Dundee aumentó su porcentaje de capital accionario en UG hasta alcanzar el 40%.
En cifras:
Es dueña de unas 100.000 hectáreas en Uruguay, pero llegó a poseer 138.000 y a administrar un total de 170.000.
En 2014 compró el 100% de los activos uruguayos de El Tejar, uno de los grupos agropecuarios más grandes de Argentina, que operaba 67.000 hectáreas en el país vecino.
En los últimos resultados presentados, la empresa registró una pérdida operativa de unos 60 millones de dólares.
Su equipo de profesionales incluye unos 100 “especialistas en agricultura”.
La información es correcta, pero por la envergadura de esta operación y las consecuencias que tiene para el país , merece profundizar el análisis.
El objetivo sería que los uruguayos, y especialmente las autoridades adquirieran conocimiento sobre este tipo de negocios exclusivamente especulativos,.